La pandemia afectó “profundamente” a pacientes con osteoporosis dejando “efectos sin precedentes, de acuerdo a los autores de un informe mundial a 209 trabajadores de la salud en 53 países publicado en la revista Osteoporosis International.
El estudio fue realizado por la Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF), la Fundación Nacional de Osteoporosis (NOF) y la Sociedad Europea de Aspectos Clínicos y Económicos de la Osteoporosis, Osteoartritis y Enfermedades Musculoesqueléticas (ESCEO).
Cuando la COVID-19 llegó a gran parte del mundo el 2020, las otras enfermedades no “se fueron”, aunque haya parecido lo contrario. El caso de la osteoporosis es ejemplar. Con esta enfermedad crónica y relacionada a la edad, aproximadamente 740.000 personas fallecen al año tras haberse fracturado las caderas. En Colombia, el último Consenso para el Manejo de la Osteoporosis estimó que más de 1.5 millones de mujeres tienen osteoporosis y se proyecta que, para el 2050, esta cifra aumentará a 2 millones.
“La población tuvo que suspender sus tratamientos de osteoporosis debido a las medidas de confinamiento en el territorio nacional”, indicó un comunicado prensa de la Alianza Colombiana por la Salud Ósea (ACSO) entregado a la redacción de N+1.
Los resultados
En el estudio citado al inicio de este artículo, participaron 53 países de Europa, Norteamérica, Asia-Pacífico, Medio Oriente y América Latina entre los meses de abril y junio del 2020. La mayoría de los encuestados fueron fisiólogos, representando a especialidades como reumatología, endocrinología, ortopedia y medicina interna.
Se concluyó que “21% de instituciones abrieron solo por emergencia, 23% para visitas de rutina, 57% para ambas y 7% cerradas para todo tipo de visitas”.
Por otro lado, “los bloqueos y el autoaislamiento generaron un cambio hacia la telemedicina, que resultó muy útil para el 20% de los encuestados quienes programaron hasta 20 citas en línea por semana. El 20% programó solo hasta 5 citas por semana y otro 20% no programó ninguna cita en absoluto”.
En lo referido a evaluación de riesgos, el 29% programó un examen de densidad ósea (DXA) lo antes posible para informar sobre decisiones de tratamientos, el 11% evaluó pacientes basándose solo en una Calculadora de riesgo de fracturas por fragilidad ósea (FRAX), el 29% evaluó a los pacientes basándose en FRAX con una DXA planificada para una fecha posterior, un 33% pospuso una DXA, el 5% indicó que su unidad de DXA estaba cerrada o que derivaban a pacientes a los pacientes a un servicio de clínica de fracturas.
Casi la mitad de encuestados reportó complicaciones para entregar medicamentos de osteoporosis, incluyendo el suministro limitado para la adquisición de medicamentos, retraso en la administración de inyectables y reticencia de los pacientes a acudir al médico por restricciones de viaje y confinamiento.
También, un 21% de médicos sugirió retrasar el tratamiento hasta que el riesgo de COVID-19 disminuyese, el 8% consideró coordinar la administración del tratamiento en el hogar, y el 3% trasladó los tratamientos a una ubicación alternativa. A menudo se requería más tiempo para proporcionar explicaciones o resultados por teléfono, entre otras razones.
Preocupación y esperanza
“Hay una preocupación porque la herramienta estándar de evaluación y manejo de pacientes de osteoporosis no fue realizada en una gran cantidad de casos durante la pandemia”, dijo Cyrus Cooper, presidente de la IOF, autor del estudio.
“Parece haber un impacto sustancial en los reembolsos, lo que puede tener implicaciones para la capacidad de mantener y ofrecer diversos servicios y pruebas clínicas de osteoporosis como la DXA”, dijo Susan Greenspan, presidenta de NOF y autora del trabajo. Consideró que mucha gente no estuvo tan de acuerdo en recibir medicamentos en casa, lo cual “podría ocasionar una reducción en recursos y menos capacidad de tratamiento para pacientes de osteoporosis”.
Sin embargo, uno de tres proveedores de salud aprovechó las teleconsultas y uno de cinco realizó videoconsultas. Este método puede prevalecer aun cuando, en algún momento, regresemos a la nueva normalidad.
Iniciativas latinoamericanas
Pensando en esta realidad, en Colombia se creó la Alianza Colombiana por la Salud ósea (ACSO), iniciativa voluntaria en la que participan diferentes asociaciones científicas cuya prioridad es el cuidado en las patologías óseas, en especial de las personas mayores, las cuales buscan posicionar la osteoporosis como prioridad de salud pública. Esta alianza está constituida por la Asociación Colombiana de Endocrinología (ACE), la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría (ACGG), y la Asociación Colombiana de Osteoporosis y Metabolismo Mineral (ACOMM).
“La creación de políticas públicas alrededor de la osteoporosis debe ser una prioridad para el país, y por ello estamos entregando todo nuestro conocimiento técnico-científico para que entre todos los actores del sistema garanticemos los derechos de las personas mayores”, señaló Miguel Ángel Gonzales, líder de comunicaciones de ACSO.
Ulises Lima
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, tecnología que suma.
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